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A la salida de la Habana me costó un poco de trabajo entender qué estaba pasando, una mezcla de sentimientos bastante difícil de describir. A menudo cuando uno se traza un camino en la vida, simplemente lo sigue ciegamente como una especie de autómata sin reflexionar mucho sobre lo que va a suceder a cada paso. Ver alejarse las luces de la Habana y mis padres en algún lugar de esa inmesidad es de lo más difícil por lo que he tenido que pasar en la vida.
A la salida de la Habana me costó un poco de trabajo entender qué estaba pasando, una mezcla de sentimientos bastante difícil de describir. A menudo cuando uno se traza un camino en la vida, simplemente lo sigue ciegamente como una especie de autómata sin reflexionar mucho sobre lo que va a suceder a cada paso. Ver alejarse las luces de la Habana y mis padres en algún lugar de esa inmesidad es de lo más difícil por lo que he tenido que pasar en la vida.
Volamos directo a Amsterdam, pero la comida del viaje ya empezó a saber a Suecia, pues fue nada más y nada menos que albóndigas o meatballs (köttbullar) con puré de papas, bien tradicional, a decir de muchos, la comida típica sueca.
Al llegar a Schiphol (el aeropuerto de Amsterdam) comencé a sentir frío, pues había solo 7 grados, pero el tiempo estaba bueno y el cielo azul y muy bonito. Pensé que iba a tener más tiempo, pero cuando me vine a dar cuenta perdida entre tanta tienda y tantos adornos de navidad "primer mundistas", ya tenía que coger el avión para Estocolmo, asi que le dije adiós a Amsterdam y me monté en un avión donde el "ladrido" era un poquitín más familiar =).
Comenzamos a volar en un cielo azul, y donde a pesar de haber un poquito de frío todo se veía lindo desde las alturas. El vuelo duraba aproximadamente una hora y treinta minutos, y eran las 2 de la tarde.
A medida que el tiempo fue transcurriendo y nos fuimos acercando a Escandinavia comenzó el cielo a tornarse naranja, y el azul a desaparecer, como si el sol se fuera a poner ...a las 3:30 pm. Descendimos poco a poco para el aterrizaje, pero las nubes no se desaparecían, no había tierra por ningún lugar, solo nuestro pequeño avión tratando de avanzar entre una niebla densa y cada vez más oscura.
Cuando finalmente pudimos divisar algo de tierra, ya estábamos casi aterrizando y el cielo estaba completamente oscuro ... a las 4:00 de la tarde. Había nieve en la pista y 0 grados, según el monitor dentro del avión. Como un niño pequeño yo no podía dejar de mirar por la ventanilla sin dar crédito a mis ojos. Por mucho que lo había leído, experimentar ese cambio a mi alrededor en cuestión de minutos fue algo tremendo, sentía que había llegado literalmente al fin del mundo! A pesar de todo, leer el cartel de "Stockholm Arlanda" fue bien emocionante, pues increíble pero cierto, estaba en Suecia.
Tras una espera de aproximadamente una hora en el aeropuerto y en la estación de trenes, rodeados de una multitud muy citadina y taciturna, llegó el tren que debíamos tomar, auqnue en realidad, esto nunca lo supimos. No había un cartel, una persona en el tren a quien preguntarle si ese era el tren que iba a Karlstad, solo gente entrando y saliendo sin mirar para el costado. Cómo sabíamos que era ese y no otro el tren que debíamos tomar? Pues por la hora, y la vía por la que venía. A las 6:05 ese tenía que ser nuestro tren. Demás está decir que hasta que no vi un cartel por el camino que decía la distancia hasta Karlstad, no estuve tranquila, pensando que quizás nos habíamos equivocado, inocente de mí al no confiar en la puntualidad y exactitud de los europeos.
El viaje en el tren fue deprimente. Ibamos pasando de pueblo en pueblo, pero solo veíamos de cada uno, alguna que otra casa, o simplemente una luz a lo lejos, nieve por doquier y oscuridad total. Yo me preguntaba si esto era Suecia en realidad, si en algún momento el paisaje iba a cambiar....y cambió. Al llegar a Karlstad me sentí aliviada porque lo primero que vi frente a mi fueron los carteles lumínicos de un centro comercial, pues la estación de trenes queda en el inicio del centro del pueblo. Aleluya! Civilización otra vez! Qué alivio!
A pesar del frío que sentí al bajarme en la estación y de la nieve que caía constantemente, miré a mi alrededor y me sentí complacida con lo que vi, respiré tranquila, me quité los guantes y me agaché para sentir la nieve en mis manos. Unos minutos después llegaba a un hogar acogedor y cálido, justo lo necesario para sentirme completamente a salvo.
Hola Kenia, que bien, soy la primera en comentar!!! :-) Me alegro que te animaras a poner tus impresiones en un blog así tus amigos podemos también conocer Suecia.
ResponderEliminarVälkommen till min blog Eglis! Tengo tantas pero tantas cosas acerca de las cuales escribir que no se como me voy a organizar, pero al fin me decidi a hacerlo, pues todo esto que veo y que me llama la atencion ahora, dentro de poco tiempo va a ser rutina y no lo voy a recordar del todo. Como ves, decidí escribirlo en Español, porque al final es para ustedes, mis amigos, para quienes lo escribo
ResponderEliminarHoy es de esos días que estoy deambulando por internet y he encontrado tu blog. Vaya cambio extremo de Cuba a Suecia.
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