Para nadie es un secreto que las relaciones de pareja se basan, además de en el amor y el respeto que son pilares fundamentales, en tratar de entenderse, comunicarse y en gran medida adaptarse a la forma de ser y de ver las cosas de la otra persona. Viniendo de familias diferentes, con costumbres diferentes, el reto es grande cuando surgen los problemas o las discrepancias. Ahora bien, hacer funcionar una relación con una persona de otro país, con culturas e idiosincrasias diferentes a las tuyas es aún más difícil!
Hoy Día de San Valentín (Alla hjärtans dag), es uno de esos días en los que esas diferencias se hacen más tangibles, sencillamente porque el concepto de la fecha como tal y las expectativas de cada uno son diametralmente opuestas. Recuerdo mi primer Día de San Valentín acá. Desde días antes me apuré en comprar un regalo, envolverlo con cintas rojas llena de emoción y escribí unas cuantas líneas en una tarjeta. Cuando mi esposo (sambo en aquel momento) llegó del trabajo y vió el regalo pude, para mi desilusión ver la confusión dibujada en su rostro, pues él ni siquiera se había percatado de que era 14 de febrero ni mucho menos había pensado en celebrar de alguna manera o comprar un regalo, sencillamente porque los suecos se toman esto de San Valentín bien a la ligera, como escribí hace algunos años en este post. Siguiendo con la historia, fue el primer choque cultural al que me tuve que enfrentar respecto a fechas significativas y expectativas que nunca se cumplieron. Mi primera reacción fue de desilusión y tristeza, mas pronto comprendí que si quería que el día no pasara desapercibido en el futuro, tenía sencillamente que "educar" a mi vikingo!
Seis años después de aquel fiasco puedo decir que la adaptación respecto a la fecha ha sido mutua. Si bien yo he seguido fiel a mis costumbres respecto a que el día no sea como otro cualquiera, el nivel de las expectativas no es tan elevado como lo era al principio, o como sencillamente lo era cuando vivía en mi tierra natal. Me he dado cuenta de que muchos ni se percatan de la fecha que es y tampoco tienen ningún plan especial para hacer con su pareja. El recibir un correo de mis padres hoy por la mañana con una tarjeta de felicitación me hizo meditar acerca del significado que la fecha hoy por hoy tiene para mí. Inmediatamente me puse a responder y enviar una tarjeta con muchos corazones y felicitaciones, sencillamente porque sé que es lo que ellos esperan. Lo interesante es que si no hubiera recibido el correo lo más probable es que yo no hubiera tomado la iniciativa, lo cual es una sensación un poco extraña cuando uno se percata del cambio de actitud que uno ha experimentado, pues normalmente en el día a día uno se siente como la misma persona y no nota que en efecto uno se adapta en cierta medida a la sociedad en la que vive.
A pesar de lo anterior, sigue siendo San Valentín una fecha especial en la que, si bien no intercambiamos regalos, sí cenamos siempre en algún restaurant y compramos las tradicionales golosinas conocidas como "geléhjärtan" en sueco. Este año mi esposo para sorpresa mía fue el primero en felicitarme, lo cual es una muestra del proceso de adaptación por el cual él ha pasado, pero no solo él, sino yo también, aunque sea difícil de entender a veces. Lo importante al final no es aferrarse a las tradiciones como uno siempre las ha vivido, sino transformarlas y adaptarlas a un nivel que funcione para los dos miembros de la pareja sin que hayan obligaciones ni desilusiones.
Foto: http://www.huffingtonpost.com/ |
Hoy Día de San Valentín (Alla hjärtans dag), es uno de esos días en los que esas diferencias se hacen más tangibles, sencillamente porque el concepto de la fecha como tal y las expectativas de cada uno son diametralmente opuestas. Recuerdo mi primer Día de San Valentín acá. Desde días antes me apuré en comprar un regalo, envolverlo con cintas rojas llena de emoción y escribí unas cuantas líneas en una tarjeta. Cuando mi esposo (sambo en aquel momento) llegó del trabajo y vió el regalo pude, para mi desilusión ver la confusión dibujada en su rostro, pues él ni siquiera se había percatado de que era 14 de febrero ni mucho menos había pensado en celebrar de alguna manera o comprar un regalo, sencillamente porque los suecos se toman esto de San Valentín bien a la ligera, como escribí hace algunos años en este post. Siguiendo con la historia, fue el primer choque cultural al que me tuve que enfrentar respecto a fechas significativas y expectativas que nunca se cumplieron. Mi primera reacción fue de desilusión y tristeza, mas pronto comprendí que si quería que el día no pasara desapercibido en el futuro, tenía sencillamente que "educar" a mi vikingo!
Seis años después de aquel fiasco puedo decir que la adaptación respecto a la fecha ha sido mutua. Si bien yo he seguido fiel a mis costumbres respecto a que el día no sea como otro cualquiera, el nivel de las expectativas no es tan elevado como lo era al principio, o como sencillamente lo era cuando vivía en mi tierra natal. Me he dado cuenta de que muchos ni se percatan de la fecha que es y tampoco tienen ningún plan especial para hacer con su pareja. El recibir un correo de mis padres hoy por la mañana con una tarjeta de felicitación me hizo meditar acerca del significado que la fecha hoy por hoy tiene para mí. Inmediatamente me puse a responder y enviar una tarjeta con muchos corazones y felicitaciones, sencillamente porque sé que es lo que ellos esperan. Lo interesante es que si no hubiera recibido el correo lo más probable es que yo no hubiera tomado la iniciativa, lo cual es una sensación un poco extraña cuando uno se percata del cambio de actitud que uno ha experimentado, pues normalmente en el día a día uno se siente como la misma persona y no nota que en efecto uno se adapta en cierta medida a la sociedad en la que vive.
A pesar de lo anterior, sigue siendo San Valentín una fecha especial en la que, si bien no intercambiamos regalos, sí cenamos siempre en algún restaurant y compramos las tradicionales golosinas conocidas como "geléhjärtan" en sueco. Este año mi esposo para sorpresa mía fue el primero en felicitarme, lo cual es una muestra del proceso de adaptación por el cual él ha pasado, pero no solo él, sino yo también, aunque sea difícil de entender a veces. Lo importante al final no es aferrarse a las tradiciones como uno siempre las ha vivido, sino transformarlas y adaptarlas a un nivel que funcione para los dos miembros de la pareja sin que hayan obligaciones ni desilusiones.